lunes, 29 de julio de 2013

Te recomiendo...

Bueno, hoy mis recomendaciones son un poco popurrí:

1. Para empezar tenemos una Youtuber o Vloger (Video-bloger) que es Yellow Mellow
Os recomiendo sus vídeos, en especial los antiguos, porque a mí personalmente me hacen mucha gracia y espero que a vosotr@s también. 
Tiene también un canal donde sube vídeos más de seguido, y unop de GamePlays. Si véis su últimos vídeos, aparecen los enlaces en la descripción.
Esta Vloger es muy conocida, pero yo la he descubierto hace relativamente poco. Si queréis saber más de su vida, tiene un blog y una página en wikipedia.

2. Lo siguiente es una serie de 2011 que se llama Érase una vez (este enlace os lleva a Series Yonkis, donde podéis verla online o descargarla)

Esta serie mezcla ficción y realidad. Trata de un niño que tiene un libro de cuentos infantiles y cree que todos sus personajes están encerrados en su ciudad, siendo sus vecinos, amigos... Según la maldición, nadie puede abandonar la ciudad y nadie puede entrar, salvo Emma, la protagonista, que es la única que puede salvarlos. 
He intentado contaros un poco de qué va sin adelantar nada a quien quiera verla, os recomiendo que la veáis, son solo dos temporadas y se hace muy amena.

3. Por último, os recomiendo la película Loving Annabelle (este enlace os lleva a Series Yonkis, donde podéis verla online o descargarla)

 Está en inglés subtitulado, pero merece la pena.

Es una película bastante simple, la trama trata de una chica que se enamora de su profesora. Transcurre en un colegio católico, lo cual hace que la pareja tenga algunos problemas. 

Esta fue la primera película de tema LGTB que vi y me marcó mucho. A día de hoy, cuando estoy triste o de bajón, la veo y me suele ayudar.



Espero que os gusten mis recomendaciones, dejad en comentarios otros youtubers, series o películas que os gusten =)

Pasad un buen día

Mi otro yo - Cap. 8



-8-

Paula llegó a la sala donde saludó, con un gesto de su mandíbula, a un grupo de estudiantes sin conocer a ninguno de ellos, se puso los cascos y continuó ensimismada en su música en lo que empezaba aquella pamplina a la que su madre le había obligado a apuntarse.

-          ¿Para qué quiero yo estudiar esta mierda? Lo mío es dibujar, pintar… ¿Qué tiene que ver el fondo de los colores con  esto? Vale, a quien le guste que lo haga, es muy bonito pero no va conmigo… Joder! Además esto, yo sola, ¿qué voy a hacer yo aquí? – pensaba Paula apoyada en el quicio de la puerta.

Dentro del grupo de alumnos, el que parecía el cabecilla del grupo; un chico alto, fuerte, de piel morena y el pelo negro con unos ojazos claros (de un color difícil de definir, una especie de mezcla entre el verde intenso, el azul en todas sus gamas y algún pequeño matiz de grises, blancos y negros con destellos amarillos) que conseguían encandilar a cualquiera que se perdiese en ellos a la suficiente proximidad; se acercó a Paula con la sonrisa más encantadora que pudo y ese andar amigable y cercano nada común en un “popular”.

-          Hola, ¿eres nueva?
-          Hola. Hoy sí.
-          Jejeje ¿Y mañana no?
-          Puede que no
-          Bueno, pues mientras estés aquí… ¿por qué no cambias ese tono seco por uno más amigable? Que no te hemos hecho nada – sonreía divertido
-          Ya, tienes razón – bajó un poco la cabeza avergonzada y se quitó los auriculares - ¿Cómo te llamas?
-          Soy Dani – le pasó el brazo por los hombros y se acercaron al resto de chicos – Chicos esta es… ¿cómo dijiste que te llamabas?
-          No lo he dicho… - sonrisa de Dani y de una chica rubia enfrente de ella compartida por Paula – Soy Paula
-          ¿Cómo llegaste acá? – Preguntó un chico con acento argentino
-          Bueno… pues…
-          Jejeje Otra a la que le obliga mamá Jejeje – dijo la rubia sin poder contener la risa
-          Sí… pero bueno… yo…
-          Vos estate tranquila, aquí lo va a pasar bonito. Soy Héctor – dijo el chico argentino saludándola con dos besos
-          Yo Amanda – sonó una vocecilla, la chica bajita de su izquierda

Paula contestó a ambos con una amplia sonrisa, pero sin dejar de fijarse en la única que faltaba por presentarse, la chica rubia que le había llamado la atención desde el primer momento.

Se abrió la puerta del aula y asomó la cabeza una chica de pelo cobrizo, ojos oscuros y una pequeña nariz respingona, con una gran sonrisa y una voz clara, aguda, musical…

-          Hola chicos, soy Natalia, ¿pensáis pasar u os da miedo el escenario? – dijo grácilmente aquella chica que después se presentó como la monitora (lo de profesora no le gustaba) y pidió que le llamaran Nata y que era una más de ellos. No perdió la sonrisa en ningún momento, lo cual hizo que Paula se encariñara rápidamente con ella.
-          Nata, ¿serás tú quien decida mañana quién pasa y quién no las audiciones?
-          Sí, Dani. Pero no os preocupéis chicos, son solo para saber qué nivel tenéis cada uno, qué os gusta… no me gusta excluir a nadie, así que tranquilos que todos estaréis en la obra a final de curso. – sonrisa y miradas de victoria y alegría – Bueno, y con esto creo que podemos dar por finalizado el curso de preparación, mañana nos vemos en las audiciones y decidimos qué obra queremos hacer y cómo el próximo lunes, ¿os parece bien?
-          Sí – respondieron todos casi al unísono

Así salieron de la sala y se despidieron de Nata. Dani, Amanda, Héctor y la rubia estaban hablando entre ellos sobre la clase, cuando pasó Paula, que era la última en salir. 

-          ¿Vienes a la cafetería?
-          Claro.
-          ¿Jugás al mus? – Preguntó Héctor
-          Sí, claro

Después de un rato en la cafetería, unas cartas y muchas risas, se despidió de ellos hasta el día siguiente con una sonrisa en la cara.

Cuando llegó a casa llamó a Marta, quien no había ido a aquella clase para sorprender a Paula al día siguiente en las audiciones. Le contó su día con pelos y señales, lo poco que le gustaba eso del drama y el espectáculo, la ilusión que veía en Nata, los ojazos de Dani, la gracia que le hacía Héctor…

-          Bueno, al final te va a molar lo del teatro, te lo digo yo
-          ¡Qué va! Me caen genial mis compañeros, pero voy por mamá, lo sabes.
-          Ya, ya… tiempo al tiempo Jejeje
-          Todavía si fueras conmigo… eso sí sería genial – su voz dejó ver lo que la echaba de menos
-          Pero si dices que te caen todos genial
-          Todos no, la rubia esa ni siquiera se ha presentado. Es una arrogante y una diva
-          ¿Y eso por qué lo sabes?
-          Me lo han dicho en la cafetería cuando se nos hemos quedado a solas Héctor, Dani y yo.
-          ¿Qué te han dicho?
-          Que se llama Ari, que lleva en esto del teatro desde niña y se cree genial. Que siempre intenta hacer que los demás queden peor y que a nadie le cae bien
-          Pues que panorama. Bueno, pero si vais a hacer una obra, seguro que va más gente y os ayudáis para que ella no haga de menos a nadie
-          Eso espero, a ver si mañana se presenta más gente, porque una obra con 5…
-       Ya, seguro que va alguien interesante, no te preocupes…Bueno, y cuéntame más sobre ese Héctor del que no has parado de hablarme... ¿Te gusta?
-          Pero si solo le conozco de un día
-          ¿Y?
-          ¿Cómo que “y”? pues que no….
-          ¿Qué no qué? ¿Que no te pone?
-          Pero que tía, siempre pensando en lo mismo
-          ¡Eso es falso!
-          Lo que tú digas, pero deja de hablar de esas cosas, que se supone que la pija eres tú.

Ambas rompieron en carcajadas y finalmente se despidieron y se fueron a dormir. Marta soñando en cómo deslumbrar a Paula en las audiciones como Tati; y Paula en qué pintaba ella entre actores y divas con el pánico escénico que tenía.

viernes, 26 de julio de 2013

Lore y Sandra - cap. 8



Cap. 8

Lorena entró directa a la habitación, sabía de sobra que sería allí donde encontraría a Sandra. La rabia que llevaba acumulando desde el discurso que esta le había dedicado, le hizo abrir la puerta de un empujón, con el consiguiente estruendo. 

-          ¿Tú eres idiota? ¿Te crees que puedes soltarme que pasas de mí, así, en mitad de la calle, sin darme tiempo a reaccionar?

Sandra, que se había incorporado en la cama al oír el ruido de la puerta al abrirse, no se movió ni giró la cabeza para mirarle a la cara.

-          Vete – fue lo único que fue capaz de articular sin que le temblara demasiado la voz.
-          No
-          Es mi casa, vete – trató de que su voz sonara lo más cortante posible
-          No me voy de aquí hasta que no me expliques lo que acaba de pasar en la calle
-          No hay nada que explicar
-     Si no hay nada que explicar y es cierto que no quieres volver a verme, al menos ten el valor de mirarme a la cara al echarme de tu casa y de tu vida – Lorena reprimió una lágrima, no quería que Sandra la viese débil, no en aquel momento en que tenía que luchar por ella
-          Es cierto, vete – Giró la cara y le aguantó la mirada
-       No lo es, no puede serlo… - la fuerza con la que había entrado acababa de desmoronarse al ver el odio en aquellas palabras
-          Lo es

Fue entonces cuando Lorena reparó en las lágrimas secas en las mejillas de Sandra y sonrió levemente, todavía no estaba perdido. Sandra apartó rápido la mirada viéndose descubierta.

-          No te creo, ¿y sabes por qué? Porque te conozco y sé que te importo
-          No me importas
-          ¿Ah no? ¿Y por qué has llorado entonces?
-          ¿Qué más te da?
-          Ahí te equivocas. – Respiró hondo – Aunque fuera verdad que no te importo, tú a mí sí. Y no hace falta que me contestes, sé que has llorado por mí, porque no quieres dejar de verme. – Bajó la mirada – Lo único que no entiendo es por qué lo dices.

Sandra se levantó de la cama, tragó saliva y se plantó frente a Lorena con gesto serio. Se secó las lágrimas, respiró hondo y elevó la cabeza hasta enfrentar de nuevo su mirada.

-          Hace tiempo te abrí las puertas de mi casa, te di todo cuanto tenía, te di amor, cariño… te quise, más de lo que imaginas. ¿Qué recibí a cambio? Desprecio – Lore intentó decir algo – No, querías hablar y vamos a hablar, pero primero es mi turno y hasta que acabe te vas a callar y vas a escucharme. – Lore asintió resignada – Tú me escondiste y yo lo acepté, por lo que pudiera decir tu familia. No debí hacerlo, porque con ese amor incondicional que yo te daba, lo que hiciste tú fue romperlo, como ya dije, despreciarlo. Te fuiste con Él aprovechando las vacaciones con mi familia, y lo mal que yo lo pasé no se puede medir con palabras. – Sandra subió la voz para acallar un intento de Lore de intervenir – No feliz con eso, aparecéis como la parejita feliz en mi asociación. Yo, como persona educada que soy, os saludo, a los dos. Obviamente, es una situación incómoda para todos los presentes, por lo que me voy a la actividad y aguanto el tiempo que dura la misma, aunque no lo pusisteis fácil. – cogió una nueva bocanada de aire – Después de todo eso, cuando yo ya me he hecho a la idea de que te perdí, vuelves y quedamos. Lo que pasó ese sábado ya lo sabes, y desde entonces no hemos hecho más que enredar las cosas. Tú no quieres nada conmigo, pero has jugado con mis sentimientos. Y ¿Sabes? Yo no elegí ser partícipe de esto, así que lo único que he hecho es retirarme de la partida. Como en el póker; tú has querido marcarte un farol y subir la apuesta para ver mis cartas, yo no quiero mostrarlas, así que decido retirarme y dejar la mesa – Con gesto duro, mirada sombría y voz seria añadió – Tú  ganas.

Dicho esto, esquivó a Lorena, que seguía en estado de shock, y salió de la habitación tratando de recobrar el aliento. No le había sido nada fácil mantener la compostura, ese tono serio y calmado que había usado, nada se parecía al remolino de emociones que se confundían en su interior. Pero no quería que Lorena notase duda alguna en la decisión que había decidido tomar.

Se fue al balcón, por suerte su hermano y su madre estaban en el salón y no se cruzaron. Sabía que tendría que explicar la presencia de Lorena, pero en ese momento no se veía con fuerzas suficientes. Solo esperaba que se marchara pronto para poder encerrarse en su fortaleza.

En la habitación, una desquiciada Lorena se había dedicado a revolver las cosas de Sandra en busca de algo que le ayudara a comprender qué versión creer; la de que no quería verla y que había sufrido mucho y no se iba a arriesgar de nuevo, o la que su corazón le gritaba de que eso era una coraza y solo debía de hallar la forma de tirarla abajo.

En su búsqueda encontró un trozo de papel bastante arrugado, en él un escrito a mano con tachones, con borrones de tinta, con marcas de haberse mojado… Al leerlo sintió que le fallaban las piernas, se sentó en la cama para no caerse y releyó aquel trozo de papel mientras las lágrimas se agolpaban en su interior como un río a punto de derrumbar la presa que impide que desborde. Su mirada se perdió en el horizonte y sus pensamientos en el universo mientras trataba de asimilar aquellas palabras.

 …

En vista de que Lorena no salía, Sandra se armó de nuevo de valor y entró para echarla ella misma, pero en cuanto entró por la puerta, esa valentía huyó de su cuerpo al reconocer el papel que sostenía Lorena entre sus manos.

-          ¿De dónde has sacado eso?
-          Lo… lo he encontrado en ese cajón – señaló Lore con la cabeza un cajón abierto bajo la mesa.
-          ¿Quién te ha dado permiso para mirar ahí dentro?
-          Nadie… lo siento
-          No tienes derecho a rebuscar entre mis cosas
-          Lo sé, pero ya está hecho – se levantó de la cama y cogió a Sandra del brazo para que la mirara - ¿Lo escribiste para mí?
-          No es nada, sabes que escribo a menudo, puede ir dirigido a cualquiera, escribo lo que pienso, lo que siento… no tiene importancia
-          Solo dime si, en su día, esto iba dirigido a mí
-         
-          Por favor, necesito saberlo – dijo con un hilillo de voz casi suplicando
-          Sí – dijo en un suspiro tras tragar saliva – pero no significa nada, no cambia nada
-          Te lo voy a leer, por si no te acuerdas:
Me preguntan si te quiero
Y no sé qué contestar
¿Qué es el amor?
No sé si quiero saberlo,
Pero vida,
Mis ojos no van a juzgarte
Mis labios no buscan tu dolor
Mis oídos serán tu diario
Mi regazo, tu colchón
Si necesitas algo
Sabe que estaré yo.
Si esto define el amor,
El amor define al amante
Y ese amante resulto ser yo,
Dejémonos de etiquetas
Y sigamos siendo
Tú y yo.

No pienses en el qué dirán antes de que ocurra, si alguien ha de juzgar lo que sentimos, somos nosotras.

Con cariño, Sandra
-          Sé lo que dice, lo escribí yo
-          ¿Y sigues pensando que no significa nada? – una mirada de Sandra reflejó un dolor intenso – Quizás la posdata te haga cambiar de idea: “PD: sé que no es la mejor poesía del mundo, pero espero que se entienda el mensaje; es pronto para decir “te quiero”, quizás este regalo lo sustituya mientras sea necesario
-          ¿Por qué lo haces? 
-          Yo no hago nada, fuiste tú quien lo escribió, aunque no lo recibí – entregó el folio a Sandra y esta se sentó en la cama alternando la mirada; de la hoja a Lore, de Lore a la hoja.
-          Lo escribí en el camping, pensé dártelo a la vuelta.
-          ¿Y por qué no lo tiraste? – se sentó a su lado y rozó cariñosamente su brazo a modo de consuelo
-          No pude, todo este tiempo lo he intentado. Lo he rasgado, arrugado, emborronado… -Risa/resoplido de rendición – pero no puedo. Me recuerda lo que tuvimos – se giró para mirarla y, acto seguido, se levantó con fuerza – y lo que no volveremos a tener – arrugó el folio y lo tiró a la papelera, manteniendo aun en él la mirada
-          No tiene por qué ser así, tú lo sabes. Tenemos otra oportunidad, pero tú no quieres luchar – le cogió las manos mientras buscaba encontrar sus miradas – Y lo entiendo, has sufrido mucho, pero te prometo que no voy a dejar que se repita. – se levantó acercándose más a ella – La culpa fue mía, la cagué, te hice daño, nunca quise hacerlo, pero te lo hice. – se acercó un poco más – Hice daño a la persona que mejor me ha tratado en la vida, a la que más me ha querido, y a quien más he querido nunca, a la persona de la que estoy enamorada, a la única de la que me he enamorado. – Giró suavemente la barbilla de Sandra para que la mirara a la cara – Dame la oportunidad de arreglarlo, de quererte como te mereces y corregir el enorme error que fue dejarte.

Sandra miró esos ojos que parecían hablarle, en ellos vio reflejado un amor que no había creído posible, un amor que tantas veces se había negado y estaba ahí a un solo beso de ella. Acercaron sus labios lentamente, Lore cerró los ojos, en el momento en que sus labios se rozaron…

-          Sandra, dice mamá que si se queda Lorena a comer

domingo, 21 de julio de 2013

Mi otro yo - Cap. 7



-7-

La mañana sorprendió a Paula con los ojos llorosos y abrazada a la almohada, pose que solo adoptaba cuando alguien le preocupaba de verdad. En ese caso, supo que era por Marta, pero se negó la posibilidad de pensarlo, ya que se le había hecho tarde y no quería perderse las clases.

Agarró la mochila y salió de casa sin ganas de nada, no había desayunado, llevaba el pelo despeinado y miraba las piedras de la calle, queriendo ignorar el mundo que tenía alrededor. Mientras tanto, en su cabeza se revolvían demasiados pensamientos, demasiados recuerdos. Al pasar por aquella acera, recordó cómo Marta había comentado lo hermoso del paisaje a aquellas horas, la mezcla de colores de las casas y el cielo… Le vino a la memoria, que Marta siempre le decía que algún día se saltaría las clases para quedarse allí dibujando ese hermoso paisaje que les regalaba la naturaleza a los madrugadores. Sonrío al pensar en aquella frase que su amiga repetía cada mañana, y lo que ella se burlaba de imaginarla saltándose las normas. Agarró con más fuerza su mochila y aceleró el paso, quería llegar pronto al aula para que La nueva no le quitara el sitio que solía compartir con Marta.

Entró al instituto dispuesta a acabar con aquella tal Tati, pero una llamada antes de entrar le sobresaltó de tal manera que se quedó petrificada frente a la gran entrada.

-          Hola, chica-pobre
-          Ho.. hola, ¿a qué se debe el honor?
-          No te habré despertado ¿no? Que es hora de entrar en clase
-          Estaba en ello, pero ¿por qué llamas tan pronto?
-          Bueno, el otro día me quedé un poco preocupada
-          Ya era hora de que reaccionaras! Es por la nueva, ¿verdad?
-          Sí, pero es más por ti con la nueva
-          ¿Qué? ¿A qué te refieres?
-          Pues a que no le has dado ni una oportunidad, tía. Venda, hazlo por mí, habla con ella. Seguro que se siente mal por haber empezado con tan mal pie contigo… - incluso al otro lado de la línea, por el tono, Paula casi podía ver la carita de niña buena y los pucheros
-          Está bien, pero no prometo nada…
-          Así me gusta, buena chica. Bueno, te tengo que dejar que tengo curro.
-          Adiós

Justo en ese momento, en que Paula guardaba de nuevo su teléfono en la mochila, vio a lo lejos cómo La nueva entraba en clase. Se apresuró hacia ella, pero esta vez no era para que no le quitara el sitio, sino para invitarla a sentarse a su lado. En el fondo sabía que Marta tenía razón y Tati no tenía la culpa de lo que había pasado.

-          Buenos días – saludó una sonriente Tati
-          ¿Qué tal?
-          Bien, ¿y tú? ¿ya no estás de morros?
-          ¿A qué te refieres?
-          Bueno, como ayer ni te presentaste…
-          Sí, bueno… respecto a eso… creo que fui un poco borde contigo…
-          ¿Un poco? Fue como si te estuviera robando o algo
-          Bueno… yo..
-          Jejeje Tranquila, que era una broma. Ya me han dicho que eras amiga de la chica que se fue
-          Sí, bueno, al parecer era la única… siento lo del otro día, sé que no tienes la culpa… yo…
-      Ya, deja de disculparte que te he perdonado a la primera, lo entiendo, de verdad. – sonrió ampliamente y le tendió una mano - ¿Amigas?
-          Eh… Sí, claro – Le sorprendió lo fácil que había sido

Sin esperar nada más y en cuanto Paula liberó su mano, Tati fue directa a sentarse en el sitio que siempre había ocupado. Paula la miró con gesto serio, pero finalmente decidió que solo era un sitio y Marta estaría de acuerdo.

La clase transcurrió con normalidad, Marta estaba contenta de que su plan hubiera servido para que su amiga le diera una oportunidad. Al acabar la clase, invitó a Paula a un café, pero esta lo rechazó. Marta no le dio demasiada importancia, aunque le dolió, supuso que necesitaría más tiempo para que realmente la aceptara.

Al margen de no contar con Paula, la vida como Tatiana Faceless era muy gratificante, las clases siempre le habían encantado, así que no suponían ningún problema, y sus compañeros le animaban a acompañarles en sus charlas, en los ratos de descanso en la cafetería, incluso a una partidita al mus al final de la mañana.


Mientras caminaba por el pasillo, camino a la salida, vio un cartel que le llamó la atención, un cartel con las palabras “Clases de teatro” en letras plateadas sobre un gran escenario anaranjado. Justo debajo del cartel, unas hojas de inscripción y alguna información sobre las pruebas de acceso al taller.

A Marta siempre le había llamado la atención eso de actuar, pero sabía que su madre no lo apoyaba, así que como Marta Vovarní, no contaba con el apoyo de nadie para atreverse a afrontar aquel reto. Pero como Tatiana Faceless, no tenía nada que perder, así que se apuntó en la lista para las audiciones del sábado.

Volvió a casa bastante contenta, pero por el camino echaba mucho de menos la compañía de Paula. Desde los primeros días de clase, había convencido a sus padres de que no era bueno para ella que el chofer la llevara y recogiera todos los días, y después de insistirles con muchos argumentos, consiguió la dejaran prescindir del servicio de Tomás.

-          ¿Qué tal el día, señora?
-          Bien, Leonor – dijo sin mucho entusiasmo
-          ¿le pasa algo? ¿La noto algo triste? ¿A discutido con la señorita Paula?
-          Algo así, Leonor, algo así…

Con esa actitud cansada y la voz apagada, se fue a su habitación y pidió que nadie le molestara. Se encerró en su estudio y continuó con un trabajo en el que llevaba tiempo trabajando; un retrato de Paula el primer día que la vio en clase. La intención de Marta era dárselo como regalo el día de su cumpleaños, pero para ello debía estar perfecto. Ya sabréis lo perfeccionista que es esta chica, así que no es extraño que quisiera que quedase igual o mejor que una fotografía.

Lo más leído