sábado, 6 de julio de 2013

Mi otro yo - Cap. 5



-5-

Marta estaba realmente nerviosa mientras esperaba a que Tomás llegara con el coche a la entrada de la casa. Su nerviosismo era comparable al de su primer día de clase, se debía a que había llegado el momento de llevar a cabo su plan, por el cual Marta dejaría el instituto de artes para dejar paso a Tatiana. Tratando, claro está, de que ello no influya en la única amistad que tiene, Paula.

-          Su coche está listo, señorita Vovarní

Marta se apresuró a entrar en el megane negro e indicó a Tomás que debía llegar algo antes a clase ese día, por lo que tendría que conducir más rápido. Durante el trayecto, disfrutó del aire fresco que entraba por la ventana y repasó mentalmente las palabras que iba a pronunciar en la clase para despedirse de sus compañeros, o más bien de Paula, ya que no esperaba que nadie más fuese a escucharla.

-          Hemos llegado
-        Gracias, no se moleste en salir, ya bajo yo sola. – Dicho esto, Marta bajó del coche y corrió a la puerta principal, entrando en el aula con antelación para anunciar a Ferreimda la despedida que pretendía realizar antes de finalizar la clase.


Pasó la hora y Marta se dispuso a dar la noticia:

Compañeros, compañeras… Quiero daros personalmente la noticia; esta ha sido mi última clase con vosotros. No quiero aburriros con temas personales, así que lo resumiré en que me han ofrecido participar en un proyecto de dibujo a gran escala y he decidido aceptarlo. Sin más que añadir, nunca olvidaré estos años juntos, os deseo buena suerte y espero que volvamos a vernos algún día, adiós. ¿Queréis preguntarme algo?

Las caras de sorpresa ocupaban ya todo el conjunto de la clase, muchos se alegraban, a otros les era indiferente, pero la primera en hablar y romper el silencio fue, de nuevo, Paula.

-          ¿A dónde te vas? ¿Por qué no nos habías dicho nada antes?

Todos se habían vuelto para mirar a Paula, y ahora lo hacían de nuevo para conocer la respuesta de Marta.

-          Me voy a Madrid, a un museo aficionado que profundiza en las obras y plasma en un lienzo las emociones que transmiten

Sus compañeros perdieron por completo el interés, se escucharon algunas risas y cuchicheos, al rato sonó el timbre y Paula se acercó a su amiga para hablar con ella en privado.


En la cafetería

-          ¿Desde cuándo sabes que te vas?
-          Me lo confirmaron ayer, si no te lo habría dicho antes
-          Pero.. no lo entiendo. ¿Te lo confirmaron? ¿Es un concurso o algo así?
-          Algo así, lo ofrecen como beca de estudios, yo lo solicité personalmente.
-          ¿Se puede apuntar más gente?
-       No, de hecho, conmigo han hecho una enorme excepción. Debida únicamente a mi subvención, supongo.
-          Pensé que no te interesaba ese trato prioritario a los adinerados
-        Entiéndeme, Paula. Lo ofrecen como beca, nunca habrían considerado mi expediente para darme el puesto… - Marta había decidido contar aquello para que nadie preguntara demasiado, pero no quería que Paula dejara de ser su amiga por ello.
-          Está bien, te entiendo, he visto cómo te tratan aquí… Lo comprendo, de verdad
-          ¿En serio? Entonces… seguimos siendo amigas, ¿no?
-          Claro que sí, tonta jeje ¿Cómo iba a entrar sino en La Mansión de Quevedo? Jeje
-          Ah! No me lo puedo creer, solo me quieres por mi casa! Indignante… - fingió ofenderse Marta
-          Claro que no, chica-pija

Paula abrazó a Marta, que sonrió feliz viendo que su amiga no le guardaba rencor.

Decidieron tomarse el día libre para aprovechar su último día juntas por algún tiempo. Pasearon, fueron de tiendas, tomaron helados, rieron, hablaron del proyecto de Madrid… Cuando llegó la hora de comer, Marta decidió compensar a su amiga invitándola a comer, por lo que le llevó al mejor restaurante de la zona y se pusieron las botas con las delicias de la carta. Se despidieron y quedaron que seguir en contacto aunque Marta se fuera a otra ciudad.

Cuando Marta llegó a casa, se apenó un poco por tener que mentir a su única amiga, pero pensó que era lo mejor para ambas. Con todavía alguna duda, preparó su disfraz de Tatiana y la historia con la que se presentaría en clase al día siguiente. Al irse a dormir, estaba muy entusiasmada y segura de sí misma, y totalmente dispuesta a que, el día que le esperaba, fuese el mejor de su vida.


Paula llegó a casa bastante confusa, cierto era que conocía a Marta desde hacía poco tiempo, pero se había convertido en una de sus mejores amigas. No quería que se fuera, le había echado de menos las dos semanas que no había aparecido por clase, ¿cómo sería entonces pasar todo el resto del curso sin ella?

Pensó en por qué lo hacía; aunque Marta no se lo había dicho, sabía que los chicos de clase se metían con ella y que, antes de las dos semanas que desapareció, alguien le había escupido. Paula sabía que ese había sido el motivo por el que no había aparecido por clase, y seguramente, por el que se había presentado a lo del proyecto. La verdad era que motivos no le faltaban, pero huir no era la solución. Esperaba que Marta se diese cuenta antes de coger el tren la mañana siguiente…

Luego pensó en los amigos que ella tenía, ella contaba con el apoyo de Nuria, Charlie, Laura… Incluso de Luc, su hermano mayor. Pero Marta no tenía a nadie. Paula se compadeció un poco de su amiga, pero comprendió que ella no era quien para meterse en su vida, y que lo que debía hacer era seguir con la suya y tratar de ayudarla cuando fuese necesario.

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