lunes, 29 de julio de 2013

Mi otro yo - Cap. 8



-8-

Paula llegó a la sala donde saludó, con un gesto de su mandíbula, a un grupo de estudiantes sin conocer a ninguno de ellos, se puso los cascos y continuó ensimismada en su música en lo que empezaba aquella pamplina a la que su madre le había obligado a apuntarse.

-          ¿Para qué quiero yo estudiar esta mierda? Lo mío es dibujar, pintar… ¿Qué tiene que ver el fondo de los colores con  esto? Vale, a quien le guste que lo haga, es muy bonito pero no va conmigo… Joder! Además esto, yo sola, ¿qué voy a hacer yo aquí? – pensaba Paula apoyada en el quicio de la puerta.

Dentro del grupo de alumnos, el que parecía el cabecilla del grupo; un chico alto, fuerte, de piel morena y el pelo negro con unos ojazos claros (de un color difícil de definir, una especie de mezcla entre el verde intenso, el azul en todas sus gamas y algún pequeño matiz de grises, blancos y negros con destellos amarillos) que conseguían encandilar a cualquiera que se perdiese en ellos a la suficiente proximidad; se acercó a Paula con la sonrisa más encantadora que pudo y ese andar amigable y cercano nada común en un “popular”.

-          Hola, ¿eres nueva?
-          Hola. Hoy sí.
-          Jejeje ¿Y mañana no?
-          Puede que no
-          Bueno, pues mientras estés aquí… ¿por qué no cambias ese tono seco por uno más amigable? Que no te hemos hecho nada – sonreía divertido
-          Ya, tienes razón – bajó un poco la cabeza avergonzada y se quitó los auriculares - ¿Cómo te llamas?
-          Soy Dani – le pasó el brazo por los hombros y se acercaron al resto de chicos – Chicos esta es… ¿cómo dijiste que te llamabas?
-          No lo he dicho… - sonrisa de Dani y de una chica rubia enfrente de ella compartida por Paula – Soy Paula
-          ¿Cómo llegaste acá? – Preguntó un chico con acento argentino
-          Bueno… pues…
-          Jejeje Otra a la que le obliga mamá Jejeje – dijo la rubia sin poder contener la risa
-          Sí… pero bueno… yo…
-          Vos estate tranquila, aquí lo va a pasar bonito. Soy Héctor – dijo el chico argentino saludándola con dos besos
-          Yo Amanda – sonó una vocecilla, la chica bajita de su izquierda

Paula contestó a ambos con una amplia sonrisa, pero sin dejar de fijarse en la única que faltaba por presentarse, la chica rubia que le había llamado la atención desde el primer momento.

Se abrió la puerta del aula y asomó la cabeza una chica de pelo cobrizo, ojos oscuros y una pequeña nariz respingona, con una gran sonrisa y una voz clara, aguda, musical…

-          Hola chicos, soy Natalia, ¿pensáis pasar u os da miedo el escenario? – dijo grácilmente aquella chica que después se presentó como la monitora (lo de profesora no le gustaba) y pidió que le llamaran Nata y que era una más de ellos. No perdió la sonrisa en ningún momento, lo cual hizo que Paula se encariñara rápidamente con ella.
-          Nata, ¿serás tú quien decida mañana quién pasa y quién no las audiciones?
-          Sí, Dani. Pero no os preocupéis chicos, son solo para saber qué nivel tenéis cada uno, qué os gusta… no me gusta excluir a nadie, así que tranquilos que todos estaréis en la obra a final de curso. – sonrisa y miradas de victoria y alegría – Bueno, y con esto creo que podemos dar por finalizado el curso de preparación, mañana nos vemos en las audiciones y decidimos qué obra queremos hacer y cómo el próximo lunes, ¿os parece bien?
-          Sí – respondieron todos casi al unísono

Así salieron de la sala y se despidieron de Nata. Dani, Amanda, Héctor y la rubia estaban hablando entre ellos sobre la clase, cuando pasó Paula, que era la última en salir. 

-          ¿Vienes a la cafetería?
-          Claro.
-          ¿Jugás al mus? – Preguntó Héctor
-          Sí, claro

Después de un rato en la cafetería, unas cartas y muchas risas, se despidió de ellos hasta el día siguiente con una sonrisa en la cara.

Cuando llegó a casa llamó a Marta, quien no había ido a aquella clase para sorprender a Paula al día siguiente en las audiciones. Le contó su día con pelos y señales, lo poco que le gustaba eso del drama y el espectáculo, la ilusión que veía en Nata, los ojazos de Dani, la gracia que le hacía Héctor…

-          Bueno, al final te va a molar lo del teatro, te lo digo yo
-          ¡Qué va! Me caen genial mis compañeros, pero voy por mamá, lo sabes.
-          Ya, ya… tiempo al tiempo Jejeje
-          Todavía si fueras conmigo… eso sí sería genial – su voz dejó ver lo que la echaba de menos
-          Pero si dices que te caen todos genial
-          Todos no, la rubia esa ni siquiera se ha presentado. Es una arrogante y una diva
-          ¿Y eso por qué lo sabes?
-          Me lo han dicho en la cafetería cuando se nos hemos quedado a solas Héctor, Dani y yo.
-          ¿Qué te han dicho?
-          Que se llama Ari, que lleva en esto del teatro desde niña y se cree genial. Que siempre intenta hacer que los demás queden peor y que a nadie le cae bien
-          Pues que panorama. Bueno, pero si vais a hacer una obra, seguro que va más gente y os ayudáis para que ella no haga de menos a nadie
-          Eso espero, a ver si mañana se presenta más gente, porque una obra con 5…
-       Ya, seguro que va alguien interesante, no te preocupes…Bueno, y cuéntame más sobre ese Héctor del que no has parado de hablarme... ¿Te gusta?
-          Pero si solo le conozco de un día
-          ¿Y?
-          ¿Cómo que “y”? pues que no….
-          ¿Qué no qué? ¿Que no te pone?
-          Pero que tía, siempre pensando en lo mismo
-          ¡Eso es falso!
-          Lo que tú digas, pero deja de hablar de esas cosas, que se supone que la pija eres tú.

Ambas rompieron en carcajadas y finalmente se despidieron y se fueron a dormir. Marta soñando en cómo deslumbrar a Paula en las audiciones como Tati; y Paula en qué pintaba ella entre actores y divas con el pánico escénico que tenía.

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